(nace en 1968 en México, D.F.; vive y trabaja en México, D.F.)
from the series Notes on the Total Destruction of the National Museum of Anthropology, 2014–
Courtesy of Eduardo Abaroa
from the series Notes on the Total Destruction of the National Museum of Anthropology, 2014–
Courtesy of Eduardo Abaroa
from the series Notes on the Total Destruction of the National Museum of Anthropology, 2014–
Courtesy of Eduardo Abaroa
from the series Notes on the Total Destruction of the National Museum of Anthropology, 2014–
Courtesy of Eduardo Abaroa
from the series Notes on the Total Destruction of the National Museum of Anthropology, 2014–
Courtesy of Eduardo Abaroa
En 2012, el Partido Revolucionario Institucional de México (PRI) retomó el poder con la elección del presidente Enrique Peña Nieto. Después de haber dominado la política nacional desde 1929 hasta el año 2000, en lo que efectivamente fue una dictadura unipartidista, la nueva plataforma del PRI hace hincapié en la libre empresa y en la facilitación de la inversión privada en una economía abierta orientada al mercado. Esta ideología neoliberal arquetípica está, en la retórica clásica del PRI, camuflada por un discurso abiertamente nacionalista. Uno de los ejemplos más claros de este tipo de estrategia política fue la inauguración del Museo Nacional de Antropología por el partido en 1964. Como iniciativa del entonces presidente Adolfo López Mateo, el Museo de Antropología reunió piezas arqueológicas de civilizaciones precolombinas con un enfoque evidente en las mitologías aztecas. El arquitecto del proyecto fue Pedro Ramírez Vázquez, quien también diseñó algunos de los iconos más importantes de las estructuras de poder nacionales y corporativas mexicanas. En su discusión, sin duda problemática, de este aparato cultural de violencia estatal titulada “Crítica de la pirámide” (1968), Octavio Paz asocia tal fetichismo atávico de la represión con el poder singular de un carismático pero despiadado líder de la modernización en México, específicamente en la masacre de revolucionarios pacíficos en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco en 1968. Paz describe la arquitectura informacional y física del museo diciendo que la “exaltación del período azteca confirma y justifica lo que aparenta condenar al museo: la supervivencia, la fortaleza continua, del modelo de dominación azteca en nuestra historia contemporánea”.
Esta perpetuación simbólica de jerarquías piramidales de poder y autoritarismo, una apología de la violencia institucionalizada, constituye la base para el proyecto crítico y en permanente desarrollo del artista Eduardo Abaroa: Destrucción Total del Museo Nacional de Antropología. Presentado por primera vez en 2012 en la Galería Kurimanzutto en la Ciudad de México, esta investigación en evolución propone la demolición del museo y su contenido, incluyendo las colecciones etnográficas de obras prehispánicas, los objetos conmemorativos, las tiendas de regalos, los dioramas, y la arquitectura modernista. Lejos de plantear un acto terrorista, la propuesta de Abaroa es metódica, ilustrada a través de una serie de esquemas arquitectónicos y anotaciones de ingeniería. Abaroa postula que su proyecto es una respuesta racional a los intentos cínicos del estado de utilizar el poder simbólico de las comunidades indígenas y sus artefactos prehispánicos a la vez que destruyen los derechos, la subsistencia y el medio ambiente nacional de sus descendientes directos.
Una propuesta de urgencia emocional pero fantásticamente hipotética, Destrucción Total del Museo Nacional de Antropología despliega la fascinación de Abaroa con los proyectos imposibles que hacen frente a las restricciones igualmente absurdas del estado-nación mexicano. En 1991, Abaroa propuso que una cadena de oro falso rodeara el perímetro geográfico del país. El proyecto hubiese costado más de seis millones de dólares, un precio astronómico que se hace minúsculo en comparación con los costos acumulados de la legislación del TLCAN para la clase trabajadora de México. La crítica de Abaroa de las ideologías nacionalistas abarca el rol de los monumentos culturales y de los llamados lugares sagrados de luto y espectáculo del siglo XX. Una fotografía de un cartel de 2000 que anuncia la restauración arquitectónica de la galería del museo fue firmada por el mismo presidente que canceló los Acuerdos de San Andrés (acuerdos firmados por el gobierno federal mexicano y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional), y las imágenes de dioramas agrícolas idílicos se presentan junto a un texto sobre el aumento de las tasas de cáncer en las comunidades indígenas debido a las cantidades crecientes de erionita utilizadas en la construcción de autopistas. Notas sobre la destrucción del Museo de Antropología (2014) – una serie de serigrafías con material recopilado por Abaroa presentado en el estilo cuasi-promocional del libro de Vázquez sobre el proyecto publicado por Editorial Panorama en 1968 – detalla micro-relatos de arquitectura, pedagogía, espectadoría, señalización, patrocinio corporativo, salud, degradación, reparación, poder y espectáculo que resaltan la propuesta de destrucción de Abaroa.